El derrame cerebral puede tratarse ahora con un nuevo procedimiento a base de células madre que permite la reparación de forma natural del tejido dañado. Es una nueva terapia regenerativa ideada por científicos del Centro de Biociencia de la Universidad de Georgia, en el estado norteamericano de Athens. La compañía ArunA Biomedical también colabora en un proyecto que, utilizando vesículas extracelulares, presume de tratar de la forma más efectiva los ictus y otros accidentes cerebrovasculares.

Comó funciona este tratamiento con células madre

Esta terapia con células madre llega en un momento crítico, pues hoy en día comprobamos cómo la incidencia de ictus entre la población ha llegado a ser un problema de importancia prioritaria. La salud pública lleva algún tiempo afrontando el reto de tratar estos derrames cerebrales, especialmente en pacientes de edad ciertamente avanzada. De hecho, las expectativas en nuestro país son preocupantes, pues no debemos olvidar que nuestra población es una de las más envejecidas a nivel mundial. El tratamiento del ictus, según la OMS, es uno de los principales retos a medio y largo plazo para países como España.

La terapia de regeneración se sirve de su capacidad para camuflarse en la sangre de nuestro sistema circulatorio. Los resultados hasta ahora prometen superar los éxitos de otros tratamientos de tipo celular. Las vesículas extracelulares, conocidas como exosomas, pueden transportar y suministrar múltiples dosis del tratamiento denominado AB126. Dichos exosomas administran tratamientos reducidos, haciendo muy fácil traspasar barreras que otras células no pueden gracias a su forma diminuta y tubular.

Los investigadores han comprobado que, tras la aplicación del tratamiento, se produjo una reducción de hasta el 35 % en el tamaño de las lesiones y de hasta un 50 % en la pérdida del tejido del cerebro. Para detectar estos resultados, se utilizaron resonancias magnéticas, muy útiles a la hora de detectar los niveles de atrofia cerebral en casos en estado previo al clínico.

El desarrollo de este nuevo tipo de tratamiento supondrá una ampliación del tiempo que tendremos en un futuro a la hora de salvar tejido del cerebro ante la posibilidad de un ictus o un derrame cerebral.

Cuáles pueden ser las causas y las secuelas del ictus cerebral

El ictus es actualmente la principal causa de la parálisis parcial en personas de países civilizados, y llega a ser la segunda causa de muerte prematura. Aunque el desarrollo de tratamientos está avanzando, la mejor manera de controlar y prevenir los ictus cerebrales es conociendo sus posibles causas.

Las principales causas del ictus

Nuestro cerebro, necesita recibir el 20 % de la sangre que circula por nuestro cuerpo, y hasta el 25 % de la energía total que consumimos. Por ello, es tan importante que las neuronas reciban adecuadamente su aporte de oxígeno y de glucosa, los cuales son transportados por la sangre a través de nuestros vasos sanguíneos. Si dicho aporte de la sangre se vuelve deficiente es cuando decimos que se da un ictus, derrame cerebral, infarto cerebral o trombosis, entre otros términos.

Los factores de riesgo de sufrir un ictus se acumulan según nos vamos haciendo mayores, pero existen varios hábitos de riesgo que aumentan su probabilidad, incluso a edades más precoces:

Tabaquismo: este factor llega a duplicar la posibilidad de sufrir el ictus. Reducir el consumo de cigarrillos a menos de 20 diarios es una forma de reducir la influencia de este factor drásticamente, aunque lo recomendable para evitar cualquier perjuicio es dejar el tabaco completamente.

Antecedentes hereditarios: los antecedentes de accidentes cerebrovasculares en familiares ascendentes están relacionados directamente con las posibilidades de sufrir un ictus. Se multiplica por 2,4 si la herencia es paterna, y por 1,4 si es materna.

El consumo de drogas: las drogas estimulantes como la cocaína y las anfetaminas aumentan de forma considerable la posibilidad de producirse un ictus. Quienes consumen cocaína duplican sus posibilidades de sufrir un derrame cerebral, y quienes consumen anfetaminas tienen hasta 5 veces más posibilidades.

Las posibles secuelas del ictus

Entre las secuelas del ictus encontramos como las más comunes las siguientes:

Trastornos temporales o permanentes del movimiento de ciertas partes del cuerpo.

Posible pérdida de visión de hasta la mitad del campo visual.

Trastorno del lenguaje o incapacidad para comprender o emitir palabras, orales o escritas.

Trastornos de la sensibilidad, con hormigueos o sensaciones desagradables, incluyendo desaparición del sentido del tacto.

Espasticidad o contracción permanente de ciertos músculos.

Dolor central, descrito como dolores de quemazón o punzantes.

– Trastornos psicológicos como la depresión.

La lucha contra el derrame cerebral no se puede quedar solo en los laboratorios, y todos debemos hacernos responsables frente a sus principales causas.